El chilacayote: el fruto mexicano que ayuda a controlar el azúcar en la sangre

En la vasta riqueza natural de México, existe un fruto de temporada que destaca no solo por su versatilidad culinaria, sino también por sus propiedades benéficas para la salud: el chilacayote. Perteneciente a la familia de las cucurbitáceas —la misma de la calabaza y el pepino—, este fruto redondo y de sabor peculiar ha sido utilizado desde épocas prehispánicas tanto en guisos tradicionales como en dulces típicos, pero su valor va más allá de lo gastronómico. Estudios recientes y la sabiduría popular señalan que el chilacayote puede ser un efectivo aliado para disminuir los niveles de glucosa en la sangre.

El nombre chilacayote proviene del náhuatl tzilacayotli, que significa «calabaza lisa». Cuando está tierno, se emplea en platillos salados como caldos, mole verde o pipianes; al madurar, su pulpa se transforma en ingrediente central de dulces cristalizados o en almíbar, emblemáticos en mercados de estados como Morelos, Oaxaca o Puebla. Sin embargo, su verdadero potencial medicinal reside en sus propiedades hipoglucemiantes: compuestos que estimulan al páncreas para liberar insulina y así regular el azúcar en el torrente sanguíneo.

Nutricionalmente, el chilacayote es bajo en calorías —apenas 19 kcal por cada 150 gramos— y aporta hidratos de carbono, proteínas, vitamina A, vitamina C y hierro. Pero son sus semillas —consumidas tostadas, molidas o como parte de salsas— las que concentran grasas saludables y proteínas, ampliando su perfil nutrimental. Por ello, no solo es recomendado para personas con diabetes o prediabetes, sino también para quienes buscan una alimentación balanceada y energética.

Aunque su cultivo se extiende por varias regiones de México y Centroamérica, el chilacayote sigue siendo un fruto estacional, asociado a las épocas de lluvia. Su disponibilidad en mercados locales invita a redescubrirlo no como un simple dulce, sino como un alimento funcional. Incorporarlo en la dieta —ya sea en agua infusionada con canela, como verdura en guisos o en sus versiones dulces moderadas— puede ser un paso sencillo hacia un estilo de vida más saludable, rooted en la tradición y avalado por la ciencia de los alimentos.

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