La Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM reafirmó su compromiso con la atención humanitaria frente a los desafíos globales y locales que exigen renovar capacidades de respuesta, articulación e innovación, aseguró su directora, Carmen Casas Ratia.
Durante la presentación del Informe Anual 2024 del Programa Casa Refugiados (PCR), Casas Ratia destacó la importancia de ampliar alianzas interinstitucionales, fortalecer los sistemas de monitoreo y generar indicadores útiles para la integración de personas en situación de movilidad.
La ENTS fue reconocida por la participación de su alumnado en espacios formativos y de intervención profesional, contribuyendo a la construcción de un modelo innovador de acompañamiento humanitario centrado en la dignidad, inclusión e integración de personas migrantes, refugiadas y desplazadas.
“Estamos ante desafíos que nos exigen renovar nuestras capacidades de respuesta y promover condiciones para que los individuos se asuman como agentes sociales activos, fortaleciendo la cohesión del tejido social en las comunidades de llegada”, enfatizó Casas Ratia durante el evento realizado en la Casa de Encuentro para el Acompañamiento Humanitario y Construcción de Paz.
El programa ha impulsado un enfoque de cambio sistémico en el que participan sectores social, privado, público y las personas desplazadas de manera conjunta. Además, la ENTS fortalece el Observatorio Internacional sobre Desplazamiento Forzado y Acompañamiento Humanitario, en colaboración con la Universidad de Houston y otras instituciones, como un espacio estratégico para la generación de conocimiento crítico y contextualizado.
Leonardo González, director del PCR, subrayó que la movilidad humana forma parte del paisaje cotidiano y resaltó la importancia de percibir a las personas migrantes como una invitación ética y social: “El mundo no es de nadie. Es de todas y todos. Debemos aprender a habitarlo juntos”.
Durante 2024, el programa brindó acompañamiento a 1,994 personas provenientes de 36 países, con más de 9,800 atenciones que abarcaron desde el primer contacto hasta la integración legal, psicosocial y comunitaria. Entre los beneficiarios, el 48% fueron hombres, 46% mujeres y 4% personas LGBTIQ+, muchas de ellas encontrando un espacio seguro para ejercer su identidad con libertad.
Alejandra Caballero, del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados en México, destacó la relevancia del PCR en un contexto donde México se ubicó entre los diez países con más solicitudes de asilo en el mundo, concentrando más de 20% de ellas en la Ciudad de México.
Como parte de la estrategia de intervención, estudiantes de Trabajo Social elaboraron un mural colectivo que brinda contención emocional a las personas migrantes, demostrando cómo el arte puede convertirse en una herramienta para la integración, el reconocimiento mutuo y la esperanza.
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