Ricardo Monreal no es nuevo en esto. Con décadas en la política y colmillo retorcido, sabe cuándo lanzar una frase que suene a advertencia sin gritar “¡incendio!”. Y eso fue justo lo que hizo: dijo que había que cuidar a Morena para que no se desate una disputa interna que termine por fracturar al partido.
El comentario cayó como piedra en el agua: hizo olas. Porque en un momento en que Morena tiene mayoría en el Congreso, una presidenta recién llegada al poder y un paquete de reformas bajo el brazo, cualquier señal de división interna levanta sospechas.
Pero Claudia Sheinbaum, al tanto del revuelo, salió a aclarar el punto. No lo negó, pero sí lo matizó. Dijo que Monreal no hablaba de una ruptura inminente, sino de la necesidad de cuidar la unidad del movimiento. “Es más bien que no vaya a ocurrir”, dijo con calma. Y agregó que lo importante es evitar caer en pleitos que terminen haciendo daño desde dentro.
Y como quien quiere dejar las cosas bien claras, remató con una frase que ya se repite entre sus seguidores: “Va pa’ largo”, refiriéndose al movimiento de la Cuarta Transformación, como quien dice: esto no se rompe, esto sigue.
En el fondo, Monreal lanzó una señal para que nadie se confíe, y Sheinbaum respondió con un mensaje de firmeza y continuidad. Él juega el papel del político veterano que cuida el equilibrio interno; ella, el de la presidenta que proyecta estabilidad y orden.
¿Hay tensión en Morena? Como en todo partido gobernante, sí. Hay corrientes, matices, intereses que se cruzan. Pero por ahora, lo que hay es una especie de “advertencia con cariño”. Y en política, eso puede ser más efectivo que cualquier grito.
Por lo pronto, Morena sigue caminando. Con su agenda, con su mayoría legislativa y con la misión de mantenerse unido. Porque como lo saben bien sus líderes, el verdadero peligro no siempre viene de afuera.
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