El periodista y escritor mexicano Emiliano Ruiz Parra considera que la única manera de hacer justicia a las víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes es un juicio histórico, similar a los de Núremberg contra criminales de guerra. En el caso de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y acusado de abusar de al menos 60 niños, Ruiz Parra cree que abrir archivos, transparentar testimonios y evidenciar las redes de encubrimiento sería un acto de reparación imprescindible.
Ruiz Parra participa como investigador, asesor de guion y entrevistado en la serie documental Marcial Maciel: El lobo de Dios, que HBO estrena este jueves. La producción, de cuatro episodios de 45 minutos, reconstruye la historia del influyente sacerdote, protegido por el papa Juan Pablo II y vinculado con algunos de los empresarios y políticos más poderosos de México. Entre sus relaciones más notorias, Maciel ofició el matrimonio de Carlos Slim y Soumaya Domit, y celebró la misa fúnebre de Emilio “El Tigre” Azcárraga.
El cronista advierte que, de no haber sido denunciado por víctimas como José Barba, Juan José Vaca y Alejandro Espinosa —tres de los testimonios centrales de la serie—, el Vaticano probablemente habría canonizado a Maciel. Barba, reclutado por el sacerdote a los nueve años, ha insistido en la necesidad de un juicio ejemplar contra la congregación, propuesta que Ruiz Parra respalda.
Para el escritor, la relevancia de El lobo de Dios radica en que será el primer “vehículo masivo” para desmitificar la figura de Maciel. Aunque existen libros y reportajes que documentan sus abusos, la serie podría llegar a cientos de miles o incluso millones de espectadores, algo que nunca antes se había logrado.
Maciel no construyó su poder en solitario. Según Ruiz Parra, supo adaptarse a las lógicas del régimen priista del siglo XX, aliándose con presidentes, empresarios y figuras de influencia. Consumidor de drogas, plagiario y embaucador que llegó a fingir ser agente de la CIA, cultivó una imagen de líder intocable que aún atrae a políticos de distintas ideologías.
El periodista concluye que la historia de Maciel es también una advertencia sobre la normalización del abuso y la erosión de la capacidad social para indignarse y reaccionar. En su opinión, visibilizar este pasado es indispensable para evitar que siga repitiéndose.
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