El gobierno de Claudia Sheinbaum presentó el Paquete Económico 2026, con un enfoque claro: mejorar el acceso al crédito para dinamizar la inversión, incrementar el crecimiento del PIB y fortalecer la participación del sector financiero privado. Édgar Amador Zamora, secretario de Hacienda, fue el encargado de revelar esta estrategia durante el Expansión CEO Summit 2025.
Una de las preocupaciones centrales que señala el documento es que México tiene una de las tasas de penetración de crédito privado bancario más bajas entre los países en desarrollo; esto limita la capacidad de empresas —especialmente pymes— para invertir y crecer. Por eso, el paquete incluye medidas como adecuaciones legales para facilitar el préstamo de valores y acciones en fondos de cobertura, y otros mecanismos que permitan que el crédito fluya mejor hacia quienes lo necesitan.
El Paquete Económico también traza la meta de crecimiento de la economía mexicana para 2026 entre 1.8 % y 2.8 %, rango presentado como ambicioso, pero alcanzable si las variables externas y locales se estabilizan. Las autoridades confían en que un mayor acceso al crédito, combinado con mejores condiciones de empleo, inflación controlada y certidumbre regulatoria, ayudarán a cumplir esa meta.
Dentro de los puntos más destacados del paquete está:
- Un endeudamiento neto previsto de 1 % del PIB para financiar déficits mientras se da prioridad al gasto productivo y social.
- Aumentar el gasto en infraestructura estratégica (tren, carreteras, portuaria, hídrica) para provocar encadenamientos productivos y generar empleo regional.
- Impuestos “saludables” más altos a bebidas saborizadas y tabaco, con la idea de desincentivar consumos que afectan la salud pública y que terminan costando caro al Estado y a las familias.
Pero no todo son promesas sin riesgos: analistas señalan que la baja productividad, la necesidad de más certidumbre regulatoria, la deuda pública creciente (alrededor del 52.3 % del PIB) y la dependencia de importaciones pueden frenar estos planes si no se acompañan con reformas estructurales. También advierten que el Paquete exige una ejecución estricta del gasto y evitar fugas fiscales para que los recursos realmente lleguen a su destino.
Para el ciudadano común, este paquete podría traducirse en mejores tasas de financiamiento para pequeños negocios, créditos más accesibles para vivienda o proyectos productivos, y quizá un impulso al empleo si las inversiones en infraestructura prosperan. Pero también hay que estar atentos: los impuestos saludables podrían subir precios de ciertos productos, y la política fiscal exigirá disciplina.
En resumen, el Paquete Económico 2026 plantea una hoja de ruta con varios retos y con muchas expectativas. El verdadero impacto se verá si el crédito fluye, los proyectos se concretan y las reformas acompañan las promesas. México está cruzando una temporada importante para su desarrollo económico; muchas piezas están sobre la mesa.
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