Lo que al principio se pensó como una explosión devastadora en Iztapalapa, en realidad fue un volcamiento con fuga de gas LP, aclararon expertos de la UNAM a dos semanas del accidente ocurrido el 10 de septiembre en el Puente de la Concordia.
Carlos Antonio Rius Alonso, especialista de la Facultad de Química de la UNAM, explicó que la pipa, que transportaba 49,500 litros de gas, volcó y comenzó a liberar gas que, al mezclarse con el aire, formó una densa nube blanca altamente inflamable. Una chispa provocó un flamazo de gran intensidad, generando un incendio que dejó 30 personas fallecidas y más de 90 heridas.
El accidente ocurrió alrededor de las 14:20 horas y, según las primeras investigaciones, factores como exceso de velocidad y una posible fisura en el tanque provocaron el volcamiento. El flamazo alcanzó hasta 30 metros de altura, y la nube inflamable se dispersó con alta concentración en un radio de hasta 120 metros, afectando vehículos, estructuras y personas en un área de 180 metros.
“El hecho de que no se tratara de una explosión convencional evitó que la magnitud de los daños fuera aún más catastrófica”, comentó Rius Alonso, destacando la urgencia de reforzar la regulación y medidas preventivas en el transporte de materiales peligrosos en la capital.
En síntesis, el accidente fue un volcamiento con fuga y flamazo de gas LP, y no una explosión, dejando al descubierto riesgos significativos en la movilidad de sustancias inflamables en la Ciudad de México y sus trágicas consecuencias humanas.
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