En un avance médico sin precedentes, ocho bebés han nacido en Reino Unido utilizando una técnica pionera que combina el material genético de tres personas para prevenir enfermedades mitocondriales, trastornos hereditarios graves que suelen ser incurables y potencialmente mortales. Este logro, confirmado por el equipo médico del Centro de Fertilidad de Newcastle, representa la primera evidencia tangible del éxito de un método legalizado en el país hace una década pero que hasta ahora no había demostrado su eficacia en nacimientos reales.
Las enfermedades mitocondriales, que afectan a aproximadamente uno de cada 5,000 recién nacidos, se caracterizan por la incapacidad del organismo para generar energía suficiente, lo que puede provocar daño cerebral, fallo orgánico, ceguera e incluso la muerte en los primeros días de vida. Estas condiciones son transmitidas exclusivamente por vía materna a través de las mitocondrias, pequeños orgánulos celulares responsables de producir la energía que mantiene funcionando nuestros órganos.
Cómo funciona la técnica revolucionaria
El procedimiento, desarrollado por científicos de la Universidad de Newcastle, implica la fertilización in vitro de dos óvulos – uno de la madre biológica y otro de una donante con mitocondrias sanas – con el esperma del padre. Luego, los núcleos que contienen el ADN de los padres (que determina características como el color de ojos o la estatura) se transfieren al óvulo de la donante, que conserva sus mitocondrias saludables pero pierde su propio material genético nuclear. El resultado es un embrión con el 99.9% del ADN de los padres biológicos y solo un 0.1% de la donante, específicamente en las mitocondrias.
«Después de años de incertidumbre, este tratamiento nos dio esperanza y luego nos dio a nuestro bebé», compartió anónimamente una de las madres beneficiadas. «Ahora lo miramos, lleno de vida y posibilidades, y estamos abrumados por la gratitud».
Resultados prometedores con algunas preguntas pendientes
De los 22 casos tratados en Newcastle, ocho bebés han nacido sanos (cuatro niños y cuatro niñas, incluyendo un par de gemelos), mostrando un desarrollo normal según los hitos esperados para su edad. Solo se registraron dos complicaciones menores: un caso de epilepsia que se resolvió espontáneamente y un ritmo cardíaco anormal que está siendo tratado con éxito, problemas que los investigadores no atribuyen directamente a la técnica.
Sin embargo, el estudio publicado en el New England Journal of Medicine revela que en tres de los casos, entre el 5% y 20% de las mitocondrias defectuosas lograron transferirse al embrión, aunque en niveles muy por debajo del umbral considerado peligroso (80%). «Estos resultados dan motivos para el optimismo, pero necesitamos más investigación para comprender completamente las limitaciones de la tecnología», advirtió la profesora Mary Herbert, coautora del estudio.
Para familias como la de Kat Kitto, cuya hija Poppy de 14 años sufre una grave forma de la enfermedad que la mantiene en silla de ruedas y con alimentación por sonda, este avance representa una luz de esperanza. «Son las generaciones futuras, como yo, mis hijos o mis primos, las que pueden tener la perspectiva de una vida normal», expresó Lily, la hermana mayor de Poppy, quien podría ser portadora de la condición.
Reino Unido se consolida como pionero en este campo, siendo el primer país en legalizar la técnica en 2015 tras un intenso debate ético sobre la modificación genética humana. «Este es el único lugar del mundo donde esto podría haber sucedido», destacó el profesor Doug Turnbull, uno de los desarrolladores del método. «Tenemos ciencia de primera, legislación adecuada, apoyo del sistema de salud y ahora ocho niños sanos. ¿Qué resultado más maravilloso podría haber?»
Mientras los científicos continúan monitoreando el desarrollo de estos niños y perfeccionando la técnica, este hito médico abre la puerta a que decenas de familias afectadas cada año puedan romper el ciclo de estas enfermedades devastadoras.
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